Aprendiendo a valorar y a distinguir los aceites de oliva

Aprendiendo a valorar y a distinguir los aceites de oliva

Uno de los hándicaps que rodean el aceite de oliva es la poca cultura que sobre este producto poseen los consumidores españoles. Tanto, que a la hora de decantarse por una y otra referencia, estos priorizan sobre el precio sin detenerse a consultar las cualidades organolépticas. La Universidad de Jaén tiene la clave para conseguir que el consumidor sepa valorar y distinguir cada una de las categorías comerciales.

El aceite de oliva sigue siendo un gran desconocido para gran parte de la población española. Los consumidores no otorgan a este alimento el estatus que merece y, lo que es peor, lo adquieren en función de su precio sin importarles la calidad del producto.

Aprendiendo a valorar y a distinguir los aceites de oliva

Para conseguir incrementar sus ventas y, por tanto, su consumo, investigadores de la Universidad de Jaén (UJA) están analizando estrategias de marketing, mediante las que pretenden conseguir un precio digno para este alimento, diferenciado según las diferentes calidades y competitivo. Y eso solo se puede conseguir si el producto es valorado por el consumidor.

Producto bien valorado

Una de las líneas principales de investigación se basa en estudiar cómo convertir el aceite de oliva en un producto bien valorado por el consumidor. Según explica Francisco José Torres Ruiz, responsable del grupo MARKUJA, “el aceite de oliva es un producto de baja implicación, es decir, un producto básico que no importa demasiado al consumidor, que no se preocupa de informarse sobre sus características cuando va a comprarlo”.

Y es que la mayoría de los españoles desconocen tanto los distintos tipos de aceite de oliva que se comercializan en el mercado como sus propiedades. En este sentido, no es raro encontrarse en puntos de venta aceites de oliva vírgenes más baratos que otros de categoría inferior: los de oliva. Esto se debe, en parte, a que su nomenclatura es tan compleja y técnica que confunde al consumidor.

Para acabar con esto, el equipo de Torres Ruiz está analizando nuevas formas de clasificación y nomenclatura sencillas y comprensibles que ayuden al usuario a diferenciar las distintas categorías, evitando así que, a la hora de decantarse por uno u otro, eche mano del único criterio objetivo a su alcance, el precio.

Consiguiendo que el consumidor distinga los distintos tipos de aceites de oliva, el mercado podría diferenciar sus precios y los aceites de calidad suprema, los más perjudicados, podrían valorarse con más facilidad y, por tanto, presentar PVP más altos.

Según critica el experto, la promoción de este producto que desarrollan los responsables nunca ha intentado facilitar el proceso de aprendizaje del consumidor, por lo que lo único que han conseguido es un estado de confusión permanente.

El aceite de oliva como experiencia

Francisco José insiste en que para conseguir valorizar el producto es necesario que el comprador “no piense solo que está adquiriendo un líquido, sino también una experiencia”, tal y como ocurre con el vino.

Este será el objetivo de otra de las líneas de acción, que se basará en fomentar el oleoturismo. La intención de los profesionales es trasladar a la mente del consumidor la idea de que el aceite de oliva es también una experiencia.

Se trata de una táctica que ya la están llevando a cabo diversos productores españoles quienes, a través de diseños impactantes, han logrado que el producto provoque un cúmulo de sensaciones placenteras a la persona que lo adquiera.

por Vanesa López Ideal.es

 

No Comments

Sorry, the comment form is closed at this time.

A %d blogueros les gusta esto: