08 Abr Premium… ¿Estamos de carnaval?
La propuesta del Parlamento Europeo ante la Comisión de crear una categoría Premium para el aceite parece fruto de un total desconocimiento de los problemas reales del sector. Tal y como está planteada, es materia perfecta de la mejor de las chirigotas de Cádiz. Como si el nombre de Virgen Extra no fuese lo suficientemente confuso como para añadirle un apellido más al aceite; porque lo que virgen ya es rarito, pero doblemente virgen es aun más y que encima sea premium, supera la chirigota de las 50 Sombras de Grey. Y una vez que hayan conseguido confundir aun más al consumidor, con lo de premium, y vean que se les queda corto, vendrán nuevas propuestas de Aceite de Oliva Virgen Extra Ultrapremium, Aceite de Oliva Virgen Extra Superpremium o incluso Virgen Extra Supraultrapremium; y la chirigota acabaría al más puro estilo del gadita inteligente “¡te quie ir por ahí ya quillo!”.
Seamos serios con un producto que mueve 40 millones de jornales al año y que podría dejar aun mayor riqueza, sino fuera porque nosotros mismos lo maltratamos vilmente y lo entregamos a la gran distribución para que lo convierta en producto reclamo. No es admisible que se plantee la creación de una nueva categoría cuando el 80% de los consumidores españoles -según un estudio realizado por AEMO y la revista Mercacei– no distingue entre las categorías de los aceites. Los encuestados, en un 75% dice que si que saben la diferencia pero en cuanto se les aprieta un poco, desconocen el porqué. Y la realidad es que al consumidor el Virgen Extra le suena a algo bueno y, según revela este estudio, a los encuestados les preocupa el tema de la salud a la hora de elegir los alimentos y no les importa pagar un poco más por conseguirla, pero lamentablemente, no saben. Aquí es donde radica el problema. Y con este panorama desalentador en cuanto al conocimiento del producto, ¿pretenden introducir un nombrecito más para animar la ceremonia de la confusión?
Lo peor del caso es que encima lo visten como una medida que va a favorecer a aquellos productores que apuesten por la calidad y que produzcan unos aceites que cumplan con los criterios estrictos química y sensorialmente; pero es que esto es, precisamente, lo que tiene que hacer cualquier productor o envasador: asegurarse que su aceite virgen extra cumple con unos requisitos suficientemente como para que aguanten como tales durante toda la fecha de consumo preferente. Es que un Aceite de Oliva Virgen Extra es precisamente eso: un zumo de aceituna sana, en perfecto estado, que huele y sabe a la variedad de donde procede y que además, es la principal fuente de salud de nuestra dieta mediterránea.
Prefiero pensar que la propuesta es fruto del desconocimiento de cómo está el mercado y que proviene de alguien absolutamente ajeno al sector. Lo contrarío sería que desde el propio sector se quiera seguir restando valor al producto para convertirlo en un comodity indiferenciado como pretenden algunos. Resulta paradójico pensar, que siendo el principal país productor de aceite de oliva del mundo y que estando cada vez más demandado por países no productores, los agricultores sean cada vez más pobres. En los últimos 10 años el precio del aceite de oliva virgen extra ha bajado de media en torno al 30%. En este último año los precios del Virgen Extra están en torno a los 3-3,5 euros un precio nada elevado, teniendo en cuenta que según el estudio del Ministerio en relación con los costes de producción, establece en torno a 2,7 euros el coste medio de un litro de aceite de oliva.
Tenemos que convertir al Virgen Extra en un producto de demanda y no de oferta para que actúe como locomotora de todo el sector y eleve al resto de las categorías. El pasado 17 de marzo, compartiendo mesa con el doctor López Segura, en el Congreso de Productos Diferenciados, que se celebró en Córdoba, afirmaba que hay evidencia científica suficiente como para poder hablar del Virgen Extra como una medicina funcional natural. Citaba, a modo de resumen, las potentes características que el Virgen Extra tiene como es que: incremente el colesterol bueno y elimine el malo, que proteja frente a la oxidación, la mejora en el metabolismo de la glucosa, que reduzca el riesgo de coagulación, para terminar haciendo mención del estudio Predimed. Dicho estudio, de un alto rigor científico y encabezado por el doctor Ramón Estruch, revela que la dieta mediterránea basada en el Virgen Extra reduce hasta en un 30% el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares. Se trata de un porcentaje altísimo del que debería tomar nota el Ministro de Sanidad para aprovechar el ahorro que supondría en gasto farmacéutico.
No podemos dejar de un lado la paleta de sabores que aportan las casi 200 variedades de aceitunas en nuestra cocina. Como dice mi buen amigo y cocinero de prestigio Firo Vázquez, hay que tener al menos cuatro variedades de vírgenes extra en la cocina porque permiten caracterizar magistralmente cada una de nuestras recetas.
El Virgen Extra es un producto extradordinario desde el punto de vista de salud, de sabor y de cultura y no le hacen falta más apellidos. Lo que si le hace falta es que lo den a conocer y, en cuanto las amas de casa, los cocineros y el resto de los consumidores sepan distinguirlo del resto de las grasas, no habrá olivos en el mundo para abastecer la demanda. Llamemos a las cosas por su nombre y para hacer distinciones de calidad ya está el propio consumidor, o los sellos de calidad como el Siqev, o las denominaciones de origen, pero por Dios, seamos serios. Que no salgamos en el carnaval de Cádiz el año que viene.
Fuente: DIARIODESEVILLA
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