29 Sep El delegado provincial de la Junta de Andalucía visita nuestra cooperativa y se compromete a mediar para solucionar el problema del Salado
El delegado de Agricultura de la Junta de Andalucía en Sevilla, Segundo Benítez, se ha comprometido a intermediar con la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, después de que la cooperativa San Isidro Labrador y Ayuntamiento de Marchena les hayan transmitido su preocupación por los desvíos de agua que con bastante facilidad se producen del arroyo del Salado a los cultivos en una zona de carretera de Écija hasta desembocadura del arroyo en el Corbones, y por las cuales los agricultores solicitan que se les compensen daños.
La extensión de terreno donde se producen las inundaciones es de unos 8 o 9 kilómetros y unas 200 hectáreas de terreno en la que se encuentran 45 parcelas, según explicaban los agricultores al delegado de Agricultura en su visita a la cooperativa Casil, donde les ha recibido también el presidente Fernando Berdugo y la alcaldesa de Marchena, María del Mar Romero, mientras que el delegado anunciaba una reunión el viernes de esta semana con la Confederación Hidrográfica para llevar a cabo el proyecto de una nueva canalización que evite estos problemas.
Según los agricultores, el Salado no fluye como un río y a poco que llueve se producen inundaciones que causan “importantes daños”, afirman, añadiendo la alcaldesa de Marchena que no puede actuar en las cuencas por no ser competencia municipal, de manera que agradecía, al igual que Fernando Berdugo, la intermediación del delegado con la Confederación, y consideraba que este asunto es “de urgencia” para muchos agricultores de Marchena.
Algunos agricultores han estado presentes en esta visita para exponer la situación al delegado, entre ellos Javier Ruiz Naranjo, quien explica que desde la simple inundación, hasta aguas que se han llevado tierra vegetal, pasando por fincas más altas a las que no llega el agua cuando hay riada, pero no se puede acceder y por tanto ni sembrar ni abonar, se produce esta diversa tipología de incidencias que afectan en su caso a cultivos de trigo, girasol y colza.
Ruiz Naranjo explicaba la evolución histórica de esta problemática, poniéndonos en antecedentes. En los años 70, se realizaron obras de encauzamiento del arroyo del Salado y afluentes desde Osuna a la desembocadura del Corbones, limpiándose arroyos afluentes y gavias, para posteriormente en los años 90 limpiarse y volverse a encauzar el Salado desde la Alcantarilla de los 9 Ojos (Lantejuela) a Osuna, obra que según explican los agricultores, provoca que la parte no arreglada, más próxima a la desembocadura, “las avenidas cada vez fueran más grandes y los daños mucho mayores”.
Entre esos daños se citan la desaparición de parte del cauce, alejándose las riadas a zonas de más de 200 metros del cauce: las gavias y arroyos que vierten al Salado, al encontrarse este colmatado, van dejando el agua en las tierras más cercanas al arroyo. En muchas parcelas, se recuerda, la erosión generada por el agua se ha llevado la tierra vegetal, quedando inservible para el cultivo.
Luis Alarcón, otro de los agricultores afectados en sus tierras de olivar, tomate, algodón y remolacha, hacía hincapié también en el “aislamiento de familias que viven en los Cortijos”, llegando a afirmar que estas inundaciones producen “riesgos para la integridad física de los problemas y se están convirtiendo en un problema estructural”.
Fotografías y texto: LAVOZDEMARCHENA
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