01 Abr El cultivo del olivar se convierte en “salvador del planeta”
Investigadores de la Universidad de Córdoba se han cuestionado la metodología del análisis de los stocks de carbono orgánico en suelos y en base a los resultados obtenidos advierten de la necesidad de homogeneizar criterios con el fin de que puedan ser utilizados para fijar las cuotas de emisión.
La carrera internacional por reducir el carbono en la atmósfera, causante del efecto invernadero, ha convertido a los suelos agrícolas y forestales en una especie de “salvadores del planeta” y objeto de especial cuidado por parte de las administraciones que ven en ellos una vía segura para cumplir con las cuotas de emisión acordadas para cada país. Si las actividades industriales son la principal fuente del incremento del CO2 en la atmósfera, los suelos pueden constituir un sumidero de carbono, en un intento de reducir el calentamiento global.
La UE, como otros muchos países y áreas del planeta, tiene una clara política de atención a los suelos como herramienta para la acumulación y fijación de carbono. De hecho los suelos constituyen la mayor reserva de carbono del planeta, por encima de la atmósfera y de la vegetación.
El olivar un gran aliado
En el último artículo publicado por Parras-Alcántara y Lozano-García se comparan los stocks de carbono bajo diferentes usos y manejos agrícolas en cultivos de olivar. Concretamente ambos investitadores analizan en olivar de secano el efecto en el suelo de la aplicación de residuos de almazara (alpeorujo y hojas de olivo producto de la limpieza de la aceituna) y restos de poda y cubiertas vegetales.
En sus conclusiones, los investigadores de la Universidad de Córdoba insisten en la necesidad de estudiar los suelos tanto mediante el análisis de horizontes genéticos con el fin de no sobredimensionar los stocks de carbono en el suelo como de manera íntegra, es decir, analizando todos los horizontes del suelo, “ya que es en los más profundos donde pueden acumularse grandes cantidades de carbono, además de producirse una estabilización del mismo, y por tanto, donde tenemos más garantías de que el suelo se convierta en sumidero de carbono, mediante el “secuestro de carbono”, aclaran los investigadores.
En ese estudio concreto y usando índices de calidad del suelo (estratificación del carbono y del nitrógeno), los investigadores de la Universidad de Córdoba han comprobado que los suelos de olivar que mantienen cubiertas vegetales junto con restos de poda sin laboreo son los que consiguen una mayor estratificación del carbono en profundidad, es decir, estos suelos pueden constituir un almacén de carbono orgánico más eficaz, ya que son capaces de fijar ese carbono a mayor profundidad.
Frente a esa forma de manejar el suelo del olivar, los investigadores han comprobado que el laboreo convencional con la adición de residuos como el alpeorujo como nutriente extra, no consigue una eficacia destacable en lo que a captación de carbono se refiere. Mientras que el uso de restos de las hojas desechadas en la recolección de la aceituna consiguen un nivel alto de retención del carbono, aunque de forma más inestable que el que combina las cubiertas vegetales con el uso de los restos de poda.
Sorry, the comment form is closed at this time.