04 Abr Contra el semáforo nutricional y el aceite de oliva
Mientras la Unión Europea está valorando el impacto que puede tener en el sector agroalimentario la aplicación del “semáforo nutricional”, el modelo utilizado en Reino Unido para la clasificación de los alimentos en función de su contenido en grasa, azúcar o sal, el Magrama ya se ha manifestado en contra de este sistema al considerar que no ofrece una información correcta en todos los casos.
En este sentido, la firma Innoliva también avisa del riesgo que supone para el aceite de oliva, que puede presentarse este producto con una etiqueta que no le corresponde, a pesar de que sus beneficios están más que confirmados.
El semáforo nutricional, que hasta el momento sólo ha sido adoptado por los británicos, determina si un alimento es más o menos saludable según su contenido en grasa, azúcar o sal, adjudicándole un color (rojo, verde o amarillo).
La ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, ha mostrado esta semana su desacuerdo con este sistema, puesto que puede dar lugar a una “distorsión” de la realidad e inducir a “confusión” a los consumidores. Como ejemplo señaló al aceite de oliva, que por su importante contenido en grasas puede llegar a recibir “una etiqueta que no le corresponde, cuando están científicamente probadas sus bondades para la salud”.
Desde el Magrama se asegura que la excesiva simplificación puede ser inexacta, ya que considera que productos como el aceite de oliva corren el riesgo de verse notablemente afectados al ser clasificados con un color que únicamente juzga sus componentes sin valorar sus verdaderas propiedades.
“El aceite de oliva tiene un alto contenido en grasa, lo que le daría automáticamente una etiqueta roja. Sin embargo, no se especifica que su principal ácido graso es el oleico, un ácido graso monoinsaturado, que posee múltiples beneficios para la salud. Por lo tanto, la clasificación sería, en este caso, totalmente errónea”, explica Miguel Rico, presidente de Innoliva.
El ácido oleico, presente en el aceite de oliva en un 70-75%, es famoso por sus efectos favorables sobre la salud cardiovascular y hepática. Está comprobado que aumenta el llamado colesterol bueno (HDL) y reduce el colesterol malo (LDL) en sangre, ejerciendo una acción beneficiosa sobre el sistema vascular y el corazón, y reduciendo así el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Además, ayuda a controlar otros trastornos que aumentan el riesgo de obesidad o diabetes y juega un rol fundamental en el mantenimiento de un peso corporal saludable, ya que interviene en la regulación del metabolismo de lípidos.
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